Parto con anestesia epidural: ¿es seguro?

Es lógico que la mujer embarazada piense en el momento del parto y en cómo será, en sus riesgos, así como en la posibilidad de contar o no con anestesia epidural. A pesar de que hay opiniones en contra y a favor, a continuación indicamos las ventajas y desventajas de apostar por este tipo de anestesia en el momento de parir.

Asimismo, también será muy importante consultarlo con el ginecólogo, ya que, a pesar de que es una alternativa para disminuir el dolor durante el momento del parto, hay muchas dudas sobre sus beneficios.


Ventajas del uso de la epidural en el parto


Comenzando por las ventajas es importante destacar que, a pesar de que a la embarazada se le ponga dicha anestesia, estará consciente durante el parto, es decir, no perderá sus facultades mentales.

En cambio, sentirá mucho alivio y las contracciones las notará en forma de presión o tensión muscular. También es cierto que tendrá un adormecimiento leve en piernas y nalgas, pero podrá moverse. De este modo, el reducir el esfuerzo de las piernas será beneficioso para las mujeres con diabetes.

Por otro lado, mediante esta forma de anestesia, se disminuye considerablemente el esfuerzo que debe realizar el corazón durante este momento y facilita la respiración de la mujer, por lo que los pulmones no deben trabajar tanto. Este aspecto será muy beneficioso para las que tengan alguna enfermedad pulmonar o cardiaca. Asimismo, el reducir la presión sanguínea, será favorable para las embarazadas con toxemia o que tengan presión elevada.

Por último, el uso de la anestesia epidural hace el parto más lento, ya que su efecto puede durar incluso dos horas, aunque existe la posibilidad de alargarlo o, en cambio, si la mujer prefiere controlar el momento del nacimiento al cien por cien, se puede conseguir que el efecto desaparezca.


Desventajas de usar la anestesia epidural


Una vez analizadas las ventajas, procederemos a las desventajas. En primer lugar, entre los síntomas más comunes, puede provocar dolores de cabeza que se puede prolongar incluso después del nacimiento, para lo que será conveniente beber mucha agua. Asimismo, también podrá provocar escalofríos.

Del mismo modo, aumentan las posibilidades de episotomía y de parto con fórceps. Y es que la entrada de este anestésico provocará una pérdida de la fuerza muscular, así como de la sensación de las contracciones. Por ello, aunque se le alivie el dolor, la embarazada dependerá de las instrucciones de la matrona que, cuando así lo muestre el monitor, le indicará cuándo llega una contracción para que empuje. También perderá sensibilidad en la vejiga, por lo que, en algunos casos será aconsejable colocarle una sonda.

Por otra parte, al reducirse la presión sanguínea, pueden darse casos de mareos o náuseas. Del mismo modo que, al descender dicha presión, puede suponer una disminución de llegada de sangre a la placenta y por tanto, influir también en que llegue menos oxígeno al pequeño.

Por último cabe destacar la importancia de que dicha anestesia se coloque de forma adecuada, ya que de lo contrario, hay casos en que existen riesgos de que se inyecte en el vaso sanguíneo, o en el líquido cefalorraquídeo, en vez de en el saco dural… aunque la posibilidad de que algunas de estas opciones ocurra es muy baja.